Es una técnica de acabado de soleras muy antigua para pavimentos continuos, pero hoy en día es muy importante como alternativa a piezas tradicionales como adoquines, baldosas cerámicas, piedra natural, etc. Es muy recurrente en caminos de jardines, junto a piscinas, como aceras junto a una vivienda, rampas, garajes, etc. Su ejecución es semejante a la de un suelo de hormigón: excavado, apisonado y compactado del suelo, se hace un suelo de hormigón, preferentemente reforzado con malla.
Esta capa de hormigón debe ser ajustada y alisada, con su consiguiente inclinación, si es necesario, como ocurre en las aceras, para que no quede retenida el agua. Sobre el hormigón aún fresco se espolvorea polvo impreso, producto endurecedor muy resistente que aporta propiedades impermeabilizantes y uniformidad a la capa de hormigón realizada. Está preparado para imponer el acabado deseado sobre el hormigón, con plantillas o moldes de neopreno que dejan motivos o marcas sobre el hormigón, aportando decoración y personalidad. Hay infinidad de acabados.
La superficie del hormigón estampado está pigmentada y hay muchas tonalidades. Se consigue un suelo antideslizante e impermeable gracias a la capa de resina que sella los poros del hormigón resistiendo los cambios de temperatura.