La presión sonora emitida no es exactamente idéntico a la intensidad con la que la persona recibe el sonido, puesto que los sonidos más altos o más bajos se perciben como menos intensos. Por tanto, se realiza una cuantificación media que se mide en decibelios ponderados dBA, en la que se han filtrado las frecuencias altas y bajas. De esta forma, esta magnitud se acercaría más claramente a los efectos del sonido sobre el cuerpo.